sábado, 31 de diciembre de 2016

HISTORIA VIEJA Y REPETIDA…

PARA TERMINAR EL AÑO...





Para terminar el año, que mejor que acabarlo de la manera que más me gusta, escribiendo, para iniciar con una cara nueva y dejar de lado aquellas vanas tristezas, para conocerme un poco más y llevarle a usted querido lector una parte de esta pequeña existencia.

Por ahí una vez me decían que mis escritos develaban quien era yo, que era como si hablara, pues bueno no solo le hablaré, siéntese, tómese una tasa de su bebida favorita, en mi caso sería un buen café y adéntrese en una vivencias muy particulares.



Dice así…




Ya estoy en edad de entender las señales en esas citas infructuosas que para muchos son el acabose, se terminar las cosas a tiempo, ya no me encarreto con un cuento imposible de charlas muy amenas que no concretan nada, de esas que uno sabe que tiene más futuro el día de ayer y que por más que se insista la respuesta será: “¿estamos mejor de amigos no?” o un silencio incómodo de varios días sin hablar. De dejar en una charla muy chévere sin trascendencia a nada las salidas con mujeres mágicas imaginariamente perfectas, que se quedarán en el limbo de la imaginación no vivida y serán como muchas un momento pasajero en una vida efímera y poco duradera, hoy me siento en la libertad de por fin decir que no quiero nada con nadie, que quiero estar solo y que me cansé de esas citas a ciegas esperando que llegue la mujer de la vida, me cansé de evadir la responsabilidad de un amor bonito, esto de estar de acá para allá huyéndole a cualquier intento de sentimiento se hace un tanto engorroso para el corazón que cuando al fin está empezando a sentir, de un batacazo lo bajo del zarzo y lo aterrizo, porque esas cosas son del diablo.

Llegan momentos en los que la vida misma se encarga de mostrar la cara fría de la soledad cuando todo el mundo tiene algo que hacer por lo menos con su familia y uno no sabe si ponerse a leer documentos muy serios que le cambiarán la cara a una ciudad o simplemente lamentarse por el hecho de saberse inútil para concebir un amor bueno, de esos que alegran las tardes y pueden amargar la vida, pero que son buenos a fin de cuentas.

Este fue el amanecer de ese día... 
La plaza por donde pasó el loco...
Digamos que empezare a hacer catarsis de ciertos momentos inolvidables e inamovibles en mi alma que poco a poco se irán convirtiendo en recuerdos fugaces de situaciones que no pasaron, estar viajando con mi padre una mañana fría rumbo hacia las montañas y que justo en la unión que hacen las dos cordilleras, en esa pequeña depresión, surgiera el sol con sus primeros rayos que entre la bruma de las montañas iluminaban todo de a pocos, trayendo calor al frío despertar del campo, esa mañana solo pensaba en estar ahí acompañado de la mujer que amaba, pero no era posible, la vida de universitario no da para compartir mucho y realmente las vacaciones son la época más pobre de un estudiante, pero bueno, al ser un estudiante que trabajaba por comida con sus padres, me resigné a esperar el momento en el que fuera desembolsado el 75% del dinero acostumbrado para salir a hacer el 10% de lo que tenía proyectado, el cual llegaría dos fines de semana después al que había planeado y por ende el amor de la fulana se fue diluyendo cómo un dulce manjar blanco al sol del mediodía valluno, la mañana de ese mágico día  transcurrió entre casas de colores con aspecto colonial del bello municipio del Cairo valle, la bruma colmaba el ambiente dándole a todo un degradé blanco que de solo mirarlo provocaba guardar las manos en los bolsillos, en el parque estaba el loco del pueblo que ya hacía mandados y unos pocos campesinos pasaban rumbo a sus lugares de trabajo, algunos llegando de lidiar vacas o llevando la leche al pueblo, otros por su parte con el costal al hombro y las botas puestas para meterse al cafetal.

Entre los cafetales de Pereira...
El Cairo valle, ese día. 

El toro Caramelo de la finca de la esquina...
El pueblo fue recorrido en poco más de media hora, despacito entre calles gastadas con miles de historias por contar y silencios tarjados por el tiempo, entre cada calle iba recordando a esa mujer que poco a poco se había metido entre mi amor y yo, imaginaba esa muchacha chévere que seguramente disfrutaría mucho de cada color, de cada detalle, de cada figura, como la de un pequeño toro de cemento encaramado en la entrada de la finca ganadera de la esquina, ese toro podría ser caramelo, que cuya historia fortaleció a más de un vegano en su aliento por no comer carne pero que a mí me iba dando alas para tan solo hablarle a esa mujer interesante y enviarle las fotos que seguramente le gustarían mucho.

Pero no todo fue pensando en ella, recorrí el camino a casa pensando en llamar a mi amada, en contarle cada pequeño detalle pero no eran ni las 7 y ella era de buen dormir, a eso de las 8:30 se vino levantando y cómo era de esperarse lo primero que hice fue escribirle lo feliz que estaba por aquel viaje con un efusivo saludo de muchacho enamorado por primera vez, cargado de buenas intenciones y ganas de que sonriera con todo lo que yo tenía por contarle, realmente me importaba un carajo cualquier cosa que ella tuviera por decir, pues pensaba que lo que había sucedido era lo más bello del universo, hasta hoy ese sigue siendo uno de los mejores amaneceres que he podido apreciar y que sin duda seguirá siendo recordado por mí a pesar de tantas mañanas bellas, empecé describiendo cada parte, el sol, la bruma, las casas, salté el loco del pueblo y los señores hacia el cafetal, eso realmente en un cuento de enamorado no es muy artístico, pero le conté cada detalle, frase por frase iba disminuyendo el ánimo gracias a los fríos, ok, aja, me imagino, muy bueno, y poco a poco simplemente la conversación se fue esfumando hasta que llegó la niña interesada en caramelo, le conté cada detalle y la respuestas eran diferentes, quiero saber más, donde queda, cómo llego.

Corregimiento de Arabia,
Pereira
Ahí es donde fueron muriendo las ilusiones de un amor gastado por el tiempo como aquella calle vieja, con historias por contar y muchos ratos incómodos por vivir de ahí en adelante, con pensar que alejándose de aquella mujer interesante la curiosidad desaparecerá y con promesas al viento donde el amor duraría para siempre sin saber que este relato que acabo de contar fue el punto de partida para un final que traería los momentos de soledad presentes.





Esta pudo ser su última lectura del año, por lo cual agradezco que se haya tomado el tiempo de compartir conmigo

NOTA: las fotos del Cairo son las originales, capturadas con un Motorola que tomaba imágenes de alta calidad de 2 megapixeles así que entenderán..

A mis amigos, GRACIAS. (cómo siempre, faltó Cruz). 



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